Lo que más nos caracteriza de nuestra sociedad actual, es que queremos todo para ahora. Lo que se despacha mañana ya es muy tarde, un delivery que se demora más de una hora es una espera demasiado larga. Si se tarda cargar una página en internet nos estresamos, si no nos enteramos de inmediato de una noticia, ya deja de ser interesante. Todos queremos satisfacer nuestras necesidades en el mismo instante. Sin embargo, esa nueva forma de satisfacción inmediata nos ha traído diferentes dificultades en nuestra salud mental. Los trastornos de ansiedad y angustia se han disparado. El estrés se ha descontrolado y, por ende, nuestra calidad de vida ha disminuido mucho. Lo más complejo es que nuestro cerebro se acostumbra a sentir placer instantáneo, momentáneo y sin profundidad.
Todo está a un click de nuestros teléfonos. Si tenemos dudas, Google lo soluciona, si queremos saber de alguien, WhatsApp nos responde. Si queremos saber, donde están nuestros amigos, Instagram nos muestra y si me quiero sentir querida y valorado, cuento los likes que recibí en mi última publicación. ¿Se dan cuenta lo impersonal que se han convertido las relaciones humanas? Siempre hay un intermediario que nos separa: Un like, el WhatsApp, Instagram. Las relaciones presenciales son cada vez más escasas. Esa nueva forma de vida, también nos eleva los niveles de angustia y de ansiedad.
La tecnología efectivamente ha sido de gran ayuda en las últimas dos décadas, ya que nos ha facilitado el aprendizaje y también tenemos acceso a más información. La pantalla nos acerca a las personas que tenemos lejos de nosotros. además de eso, nos ayuda en muchas tareas y también nos brinda entretenimiento, aunque la satisfacción sea corta y momentánea.
Por otro lado, la tecnología, también tiene su lado oscuro y varias desventajas, especialmente en la salud mental. Las redes sociales han aumentado los niveles de ansiedad y angustia. Un estudio de la revista Computers and Human Behaviour señaló que las personas que usaban siete o más plataformas diferentes tenían tres veces más probabilidades de mostrar ansiedad severa que los que usaban solo dos. Otro elemento muy negativo es que el usuario se encuentra con mucha información falsa. Las fake news impactan la salud mental de los usuarios de las redes sociales, ya que se diseñan para provocar una fuerte respuesta emocional del lector, lo que aumenta la posibilidad de compartir información, causando sentimientos como ira, miedo, ansiedad y tristeza.
Desde que existen las redes sociales, estamos expuestos a más peligros, como el ciberacoso, una práctica que se ha multiplicado en las redes sociales. El anonimato y la falta de privacidad y seguridad contribuyen a la propagación de la violencia, lo que empeora la salud mental de la persona afectada.
Por último, estamos más expuestos al aislamiento y a la soledad, ya que los seres humanos tenemos la sensación de que las redes sociales reemplazan el contacto cara cara y presencial. Eso especialmente, ocurre entre los adolescentes, que se comunican a través de los mensajes instantáneos y por las redes sociales.
Dado todo lo señalado anteriormente, es esencial limitar la exposición a las redes sociales, eso puede ser a través de alarmas o practicando el autocontrol.
Tratemos de aplicar otras herramientas del bienestar en nuestra rutina diaria, como la gratitud, el mindfulness o la autocompasión. En otras columnas me he explayado más en esos conceptos.
Cuidemos las relaciones interpersonales. Usemos el whatsapp solamente para acordar asuntos esenciales. Prioricemos siempre el contacto cara a cara.
Por último, para enfrentar síntomas de ansiedad y angustia, establezcamos rutinas en las mañanas, en las noches y durante el día. Eso disminuye considerablemente la ansiedad.
Nunca olvidemos, nosotros somos los verdaderos actores de nuestra vida y nuestro bienestar, y, solo nosotros podemos establecer cambios reales para mejorar nuestra calidad de vida.