Pasamos hace poco una gran pandemia. Si bien, el virus sigue presente, ya no vivimos hacinados ni yendo al supermercado con mascarilla. Esta emergencia sanitaria nos marcó a toda la humanidad de distinta manera. A algunos más que a otros, pero no hay ningún paciente que no mencione esa época en mi consulta. Lo usan para ubicarse en tiempo y espacio situando un acontecimiento particular ocurrido, previo, durante o posterior a la pandemia. Si bien, el ser humano es un hombre de costumbre, este hito se ha convertido como un elemento esencial en la historia de vida de cada uno.
Posterior a la pandemia, la vida cambió. Los niveles de ansiedad y angustia se dispararon. La demanda de ir al psicólogo y al psiquiatra también. La vida retomó su curso, pero a un nivel mucho más acelerado e impaciente.
Las personas ya no están dispuestas a esperar. Todo tiene que ocurrir ahora y ojalá ayer. Es por eso, que las ventas online por mercado libre u otras aplicaciones se han disparado. Uno consigue de todo al instante y si el despacho es en dos días más, ya es muy tarde.
Esa forma acelerada de vivir la vida ha causado enormes desventajas en las personas, ya que la mayoría no disfruta el presente, sino que vive en un mundo rápido y furioso donde las necesidades tienen que ser satisfechas al instante.
Vivimos en piloto automático, sin percibir lo que sentimos en el momento. Pensamos en lo que viene después y las cosas que nos faltan y olvidamos de disfrutar lo que tenemos, de percibir conscientemente el presente y agradecer lo que hay.
Es sumamente importante hacer un llamado a la sociedad, para levantar el acelerador y vivir más tranquilo. Eso ayudará a tener una vida más plena, satisfecha y tendrá considerables ventajas en la salud física y psicológica.
¿Cómo lo logramos?
Detengámonos en el día unas dos veces, para observar y leer nuestro cuerpo. ¿Qué está ocurriendo en nosotros? Hagamos un alto cada día y dejemos un espacio para nosotros. Tengamos rutinas al levantarnos y acostarnos, ya que eso le da señales de seguridad al cerebro. Practiquemos ejercicios de respiración y relajación para bajar las revoluciones. Descubramos lo que nos gusta. Reduzcamos el tiempo de exposición a las redes sociales, y aprovechemos ese tiempo para conectarnos con nosotros mismos.
Hagamos un giro en nuestra vida, para disfrutar de un mayor bienestar. Hagámoslo por nosotros, ya que no olvidemos que somos el proyecto más importante.