Durante la pandemia estuve buscando herramientas de vida para sobrellevar ese difícil momento del encierro, de la incertidumbre y de las largas cuarentenas y me encontré con esta maravillosa filosofía de vida: Mindfulness.

La mente humana puede funcionar como un piloto automático repitiendo el pasado y generar una vida con sufrimiento innecesario derivado de los desafíos que van surgiendo en nuestra vida por los cambios inesperados que nos sacan de nuestros hábitos de percepción y acción. La pandemia fue un gran ejemplo de este brusco cambio que nos generó ese virus en nuestra vida. Sin querer, tuvimos que modificar muchas cosas, dividir nuestros roles y espacios y muchas veces incluso reinventarnos. 

En ese momento en la vida, cuando estaba encerrada en mi casa con dos niños tratando de enseñarles lo que una persona con formación pedagógica haría en época normal, me encontré con Mindfulness. Ya lo había escuchado, pero ahora le presté atención.

“Mindfulness” es una palabra inglesa que puede traducirse en español como “atención plena” o “conciencia plena”. Este concepto no significa meditación, como erróneamente se piensa, sino que describe un estado o rasgo de la mente humana, y presente en todos los individuos en mayor o menor intensidad.

Mindfulness se ha definido por distintos estudiosos de diferente manera:

Christopher Germer (2001) lo define como “Darse cuenta de la experiencia presente con apertura y aceptación”. Por otro lado, Jon Kabat-Zinn (2005) dice que es: “Simplemente parar y estar presente, eso es todo”.

Mindfulness describe una capacidad humana innata, pero poco explorada hoy en día, por no decir desconocida. Vivimos en una sociedad en la que lo habitual es realizar múltiples tareas simultaneas, como, por ejemplo, comer viendo televisión, caminar hablando por el teléfono móvil, ver la televisión o escuchar música mientras se escribe en el ordenador, etc. Los niveles de falta de atención en nuestro mundo occidental son increíbles, probablemente los más elevados que se han descrito en la historia del ser humano. En la vida cotidiana, corremos para realizar cualquier actividad sin estar atento a dicha acción mientras se ejecuta.

La buena noticia es que esta cualidad de la atención se puede aprender (realmente, reaprender, porque siempre la tuvimos) y entrenar o cultivar con el uso regular de técnicas y prácticas específicas.

El objetivo del mindfulness es lograr un profundo estado de conciencia, libre de juicios sobre nuestras sensaciones, sentimientos o pensamientos, prestar atención a lo que acontece en nuestro interior en cada momento.

El mindfulness persigue una atención total al momento presente; reconocer nuestros pensamientos, pero aceptarlos sin juicios, poniendo en duda nuestros patrones mentales habituales, nuestra habitual forma de pensar. El objetivo es que la persona pueda observar sus pensamientos con perspectiva, sin sumergirse en el contenido de los mismos.

Todo el mundo puede practicar mindfulness independientemente de la edad o condición. Se recomienda empezar con sesiones cortas de unos 10 minutos para ir acostumbrándonos a la práctica. Si se sobrepasa el tiempo indicado al principio puede generar frustración por no conseguir focalizar la atención y procurar la evasión. 

Lo ideal es practicar mindfulness en un lugar cerrado, libre de ruidos externos, con una temperatura apacible y donde estar cómodos. Se recomienda ropa cómoda y realizar la práctica en una posición sentada, con la espalda recta y sin tensiones.

Esta disciplina puede mejorar la percepción del dolor en enfermos crónicos, resultando en un mayor bienestar emocional. La práctica del mindfulness también mejora la capacidad de concentración y atención lo que resulta en una mayor eficiencia a la hora de realizar cualquier tarea.

Resulta muy positivo para manejar las situaciones de estrés y mejorar los estados de ansiedad ya que ayuda a reducir los niveles de cortisol (la hormona responsable del estrés) de nuestro organismo.

Su práctica continuada favorece el sueño nocturno por lo que resulta muy positivo como tratamiento contra el insomnio, y en general mejora nuestra inteligencia emocional, ya que nos permite afrontar nuestros pensamientos y emociones e interpretar las situaciones con perspectiva, sin juzgar y sin vernos arrastrados por ellos.

Dejemos entrar al Mindfulness a nuestra vida y convirtámoslo en una herramienta de vida. Te sorprenderás de sus beneficios.