Hay múltiples maneras de definir el deseo: Por un lado, como una sensación profunda, fascinante y placentera y por otro lado, como algo doloroso y destructivo.
¿Vivimos una verdadera crisis del deseo? O tal vez siempre ha existido esa desavenencia en una pareja a la hora de tener intimidad. Sin ir más lejos, es casi utópico pensar en una pareja que quiera siempre al mismo tiempo con la misma frecuencia; o que se tenga la expectativa de tener relaciones como en la película romántica que vieron juntos la semana pasada. Fantasías existen y hay muchas, pero la realidad es otra.
En la vida real tenemos que lidiar con varios problemas, trabajos intensos, horarios eternos, tacos, niños difíciles, deudas, problemas familiares etc. Difícil apagar el switch de esas variables y encender la llama de la pasión y el deseo. Más aún cuando la pareja lleva bastante tiempo y la rutina se ha establecido en sus vidas.
“Lo que no se tiene, se desea y lo que se tiene, pierde interés y ya no se desea.”
Esta frase puede ser la clave de lo que les pasa a muchas parejas que llevan harto tiempo juntos y ya no sienten las mismas ganas que antes. A lo largo de la relación hay que volverse más activo y entender que el deseo ya no es espontáneo, sino que puede ser reactivo y llegar posterior al acercamiento con tu pareja. Si ese encuentro íntimo es satisfactorio, hay una alta probabilidad que el deseo se encienda más rápidamente en futuros encuentros (Basson2001).
Continuando con la frase clave anterior, en la etapa de enamoramiento, donde el deseo nace del anhelo, de la búsqueda de concretar y que aún tiene novedad, misterio y acción, una pareja puede sentir un deseo sexual muy profundo, el que va disminuyendo a lo largo de las diferentes etapas de una relación. Después, el deseo ya no es espontáneo y hay que volverse activo para revivir el deseo de alguna forma.
Resumiendo, las ideas anteriores, podemos decir que para tener una vida sexual placentera con la pareja, hay que ser activo, analizar en conjunto con la pareja su día a día y definir espacios para tener sexo. Definan y calendaricen momentos de pololeo. A veces, cuando hay niños chicos dando vueltas o adolescentes que pueden llegar a cualquier hora a la casa, es importante poder definir espacios, solo para la pareja.
Cambios mínimos pueden hacer una gran diferencia:
- Hacer del dormitorio un lugar más acogedor.
- Identificar los momentos donde sea más factible tener un encuentro sexual.
- Mejorar la comunicación sexual.
- Mejorar la complicidad de la pareja a lo largo de todo el día, no solo cuando se quiera tener sexo.
- Mirarse a los ojos.
- No olvidarse de los besos apasionados.
- Atreverse a hacerse masajes con aceites.
- Jugar sexualmente.
- Expresarse sexualmente.
- Revisen su ropa para dormir. Seguro hay cosas que ya no atraen mucho a tu pareja.