La semana pasada escribí sobre la autocompasión, la capacidad de tratarse a uno mismo con bondad. Esta vez quiero analizar el concepto de la humanidad compartida que es sumamente relevante para complementar la sensación de bienestar en el ser humano aplicando ambos conceptos. Los dos constructos, la autocompasión y la humanidad compartida están muy relacionados, ya que la segunda es un componente de la autocompasión.

Pero entendamos primero la humanidad compartida. ¿Qué significa?

Se entiende como la manera en cómo se concibe a las personas y la vida. Es la creencia de que todos somos esencialmente uno y lo mismo.

Puede que se confunda con la empatía, pero la humanidad compartida va más allá de esta. Se trata de realmente conectar con aquello que nos une a todos los seres humanos por igual. Todos tenemos las mismas necesidades físicas y psicológicas básicas: refugio y sustento, estar conectados y cuidados. Todos lo hemos experimentado sin saber qué es o lo que implica.

Usualmente cuando las cosas o situaciones no salen como queremos o esperamos, experimentamos frustración, enojo, tristeza u otras emociones similares. Muchas veces pensamos ¿por qué me pasa esto a mí? ¿por qué tengo tanta mala suerte? O nos quejamos de por qué la realidad es como es. 

Solemos pensar que solo nosotros sufrimos y cometemos errores. Sin embargo, nos ayudaría ser conscientes de que todas las personas sufren, que somos humanos y que todos cometemos errores. 

Por lo tanto, la humanidad compartida es un concepto que nos ayuda a entender lo siguiente: 

·         El sufrimiento es una característica inevitable del ser humano, y nos une a todos. Todos sufrimos, por eso, cuando llega el momento en el cual estemos sufriendo pensar que no estamos solos puede ser de gran alivio.

·         La humanidad compartida es nuestra conexión con el mundo, nos ayuda a entender que hay distintas situaciones que nos unen y que son más importantes que aquellas que creemos que nos separan o nos hacen diferentes.

Cuando interiorizamos lo que implica la humanidad compartida, podemos tener otras perspectivas en relación con el dolor y a cómo nos relacionamos con éste.

A continuación algunas opciones para que este concepto sea parte beneficioso de tu vida:

·         Comprende que el dolor es parte de la naturaleza humana.

·         No alimentes la tragedia personal, cuando ya estamos viviendo una situación difícil, pensar en lo que podría salir peor o juzgarnos solo hará el sufrimiento más grande.

·         Acepta que no estás ni estarás solo.

·         Entiende que estás en un mal momento, no te juzgues por ello.

·         Distánciate, si es posible, lo más que puedas de la circunstancia que te está ocasionando dolor.

·         Cultiva la amabilidad hacia ti mismo y la autocompasión.

¿Es lo mismo que la autocompasión?

Es posible que te puedas confundir, así que es importante que sepas que la humanidad compartida es uno de los elementos de la autocompasión. 

Aunque no son lo mismo, son conceptos interrelacionados. Kristin Neff (psicóloga estadounidense) definió el concepto de autocompasión como la aceptación del propio sufrimiento sin escapar o desconectar de él, generando el deseo de aliviar el propio sufrimiento y sanarse a sí mismo con cuidado.

Por otro lado, la humanidad compartida se entiende como el reconocimiento y aceptación de que somos humanos y como humanos el sufrimiento es parte de la vida, y que todos compartimos distintas características que nos acercan y conectan. 

Ambos conceptos son de gran ayuda cuando estamos en búsqueda de una vida más plena y consciente.

Para profundizar más cerca, la autocompasión tiene tres componentes importantes, uno de ellos es la humanidad compartida.

1.    Bondad en uno mismo. Autocompasión implica ser cálido y comprensivo hacía nosotros mismos cuando sufrimos, nos rechazan o nos sentimos inadecuados, en lugar de ignorar nuestro dolor o flagelarnos con la autocrítica. Cuando hay autocompasión reconocemos que el ser humano es imperfecto y así, con todos nuestros defectos, va a ser inevitable experimentar dificultades en la vida, por lo que hemos de tender a ser amables con nosotros mismos cuando nos enfrentemos a experiencias dolorosas, en lugar de enojarnos cuando la vida no está a la altura de los ideales establecidos.

2.    Humanidad compartida. La frustración por no tener las cosas exactamente como queremos, suele ir acompañada de un sentimiento irracional pero penetrante de aislamiento: es como si «yo» fuera la única persona que sufriera o cometiera errores; sin embargo, todos los seres humanos sufren. La propia definición de ser «humano» significa que uno es mortal, vulnerable e imperfecto. Por lo tanto, la autocompasión implica reconocer que el sufrimiento y la inadecuación personal es parte de la experiencia de humanidad compartida: “algo que todos pasamos” en lugar de ser algo que sólo me pasa a «mí». También significa reconocer que los pensamientos, sentimientos y acciones se ven afectadas por factores «externos», como la historia de crianza de los hijos, la cultura, las condiciones genéticas y ambientales, así como el comportamiento y las expectativas de los demás.

3.    Mindfluness (atención plena). La autocompasión también requiere un enfoque equilibrado sobre nuestras emociones negativas para que los sentimientos no sean ni suprimidos ni exagerados. Esta postura equilibrada proviene del proceso de relacionar experiencias personales con los de otras personas que también están sufriendo, poniendo nuestra propia situación en una perspectiva más amplia. También se deriva de la voluntad de observar nuestros pensamientos y emociones negativas con franqueza y claridad, de modo que se mantengan en la conciencia viva. La atención plena es un estado mental no crítico, receptivo en el que se observan los pensamientos y sentimientos tal como son, sin tratar de suprimirlos o negarlos. No podemos ignorar nuestro dolor y sentir compasión por ello a la vez. Al mismo tiempo, la atención plena requiere que el estado mental no se haya «sobre-identificado» con pensamientos y sentimientos, de manera que resultemos atrapados y arrastrados por una reactividad negativa.

Aplicando ambos conceptos, la humanidad compartida y la autocompasión, en nuestra vida diaria, pueden significar una considerable mejoría en nuestro bienestar y calidad de vida.