La ruptura de un matrimonio es en sí un acontecimiento doloroso para cada integrante de la familia. Esta separación puede ser para algunas personas como un evento traumático. Lo más adecuado sería brindarles a los hijos protección y no permitir que intervengan en los problemas de los adultos. No obstante, sucede que, a veces, uno de los progenitores quiere tomar ventaja de la situación y para lograr ese fin manipula a sus propios hijos, les hace creer que el culpable o el malo de la familia es el otro progenitor. A esta situación se le conoce como síndrome de Alienación Parental (SAP).

Las intervenciones idóneas para casos de SAP son el apoyo psicológico y la asesoría legal. Es recomendable que exista una comunicación entre abogado y terapeuta.

En ocasiones los padres alienantes se rehúsan a recibir ayuda o bien la aceptan pero no son cooperativos. Ante esos casos es necesario establecer medidas legales.

La terapia y el curso legal de la disputa deben tener un diseño acorde a cada integrante de la familia. Lo óptimo, de nueva cuenta, es que los padres reduzcan sus conflictos y no inmiscuyan a los niños. A los hijos se les debe ayudar a recordar eventos positivos que hayan tenido con el progenitor “malo”, de ese modo se emprende una reestructuración positiva para el sistema familiar.

En casos severos de SAP la opción definitiva es retirarle la custodia al padre alienante, puesto que el maltrato emocional hacia los menores y la expareja continuaría.

Es un hecho que un divorcio tiene repercusiones en los hijos y que éstas pueden manifestarse con la forma de miedos, sentimientos de culpa, además de problemas de conducta. Es deseable que los menores afectados reciban asesoría para contrarrestar las secuelas y sobrellevar la situación.En casos leves a moderados de SAP, se puede intentar una intervención psicoterapéutica, implementando mediación o terapia sistémica. El mediador requiere conocer bien el cuadro de SAP, entender los motivos del padre alienante y estar atento al engaño y mentira que hay en estos casos.

El niño puede ser atendido, sesión por medio, con cada uno de los padres. Es importante observar la interacción entre ellos, evaluando las capacidades parentales de cada uno de los progenitores. Hay que estar atento a que los padres alienantes pueden ser muy convincentes. Los niños muy alienados requieren intervenciones terapéuticas intensivas, con aproximaciones sucesivas hacia el padre rechazado para reconstruir la relación y el apoyo de los tribunales para que esta situación se produzca. La terapia individual del niño tiene escaso lugar en estas situaciones, donde prima el conflicto relacional.