Aunque es algo de lo que no se habla mucho, lo cierto es que no es infrecuente que los hombres consulten a los sexólogos por un tiempo de eyaculación que consideran excesivo. Suelen consultar porque las penetraciones (u otras prácticas de estimulación genital) se alargan en el tiempo, ocasionando que ellos mismos, o sus parejas, se cansen o comiencen a sentir molestias.

Se conoce como “eyaculación retardada”, pero a veces también se la denomina “eyaculación tardía”, o “problemas por un tiempo de eyaculación que se considera excesivo”. En los casos en los que la eyaculación no logra producirse, se habla de aneyaculación, ausencia de eyaculación, o incapacidad eyaculatoria.

Los hombres con esta dificultad suelen sentir cierto grado de excitación y placer, pero no es suficiente para desencadenar el orgasmo.

La dificultad para eyacular se suele presentar principalmente en la penetración, se calcula que un 85% de estos hombres pueden eyacular sin problemas con la masturbación y un 50% también eyacula con estimulación oral o manual de la pareja (Masters y Johnson, 1966).

 La eyaculación retardada puede generar grandes conflictos en la pareja, llegando incluso a ser uno de los motivos de separación de la misma, si no se pone una solución en conjunto, ya sea por las inseguridades que derivan de ella, la imposibilidad de tener hijos de forma natural u otras variantes.

Las causas que generan este problema pueden ser orgánicas o psicológicas, siendo éstas últimas las más frecuentes. Una educación sexual restrictiva, experiencias sexuales traumáticas, el miedo al embarazo los problemas de pareja y sobre todo la ansiedad por el propio rendimiento sexual, pueden ser el origen. A pesar de la multiplicidad de razones por las que puede aparecer este problema, siempre hay que remitirse a la individualidad de cada caso.

Pero, no sólo es la pareja quién pierde este apetito sexual, el propio afectado puede llegar a no querer mantener relaciones al tener que enfrentarse a este dilema. Esta preocupación no afecta únicamente a aquellos hombres que comparten una relación sentimental, sino también “a quienes no tienen pareja. Éstos pueden dejar de relacionarse socialmente por miedo a conocer a una persona que muestre interés sexual hacia él. Otro de los aspectos del individuo que se pueden ver afectados es la propia autoestima sexual al pensar que no alcanzan las expectativas sexuales que su compañera o compañero sexual esperan y llegan a pensar que les dejan insatisfechos.

Tratamiento psicológico y sexológico:

Una vez diagnosticado cada problema de manera individual, la primera medida para superarlo es “revisar sus creencias y actitudes negativas acerca de la sexualidad, ofrecerle una educación sexual adecuada, mejorar la comunicación de la pareja (si la hubiese), así como promover que la persona se centre en sus sensaciones eróticas tanto en pareja como en solitario, sin exigencias de ningún tipo, para que pase de ser un espectador a un actor en su propia sexualidad.

Se abordan ofreciendo pautas para la mejora de la vida sexual en la pareja estable o con las parejas ocasionales.

Generalmente, se ofrecen claves para mejorar la excitación y el abandono en los encuentros eróticos y que el ritmo, la estimulación, y los movimientos se adapten a los que el hombre necesita para logra el orgasmo, procurando que esto se traduzca además en una mejora de la relación con la pareja.

También se favorece que las relaciones eróticas no se reduzcan a la penetración, sino que el abanico de técnicas eróticas se amplíe. También se trabaja la autoestima del hombre, su imagen como varón y como amante capaz, como forma también de facilitar el ir relajado y confiado a los encuentros, y finalmente, de lograr el orgasmo.

Si hay pareja, siempre se intenta trabajar con la pareja como un sistema, como un equipo, para lograr los mejores resultados.