El ciclo vital completo de la vida humana, tal y como lo explica la psicología evolutiva, se extiende desde el nacimiento hasta la vejez. Y durante nuestro ciclo vital vivimos momentos relativamente apacibles y estables alternados con otros donde aparecen nuevas exigencias y demandas, siendo éstos los llamados periodos de transición necesarios para adaptarse a las nuevas situaciones. En un sentido amplio podemos decir que la vida es un estado de crisis casi permanente apenas interrumpido por lapsos de relativa estabilidad.

Las crisis son acontecimientos que ocurren en un momento determinado y cambian el rumbo de nuestra vida de manera repentina o así lo vivimos. Aparecen alterando nuestro equilibrio personal tanto de manera favorable como adversa y se viven con una enorme sensación de pérdida de control emocional, ya que las estrategias que antes solíamos utilizar para resolver los problemas o dificultades ahora no nos sirven y esto acaba generándonos tristeza y ansiedad.

Una crisis vital es un cambio brusco que nos puede servir para movilizarnos y crecer, para salir de situaciones de estancamiento y cambiar nuestro rumbo, no tiene por qué ser un suceso negativo en toda su totalidad, la clave estará en la actitud con la que la vivamos y la capacidad que tengamos para salir fortalecidos de ella. Uno de los momentos claves en nuestra vida es alrededor de los 40 años, aquí suele sobrevenir una crisis importante, uno mira atrás y se pregunta ¿qué estoy haciendo con mi vida?, ¿la estoy viviendo cómo quiero y con quién quiero? En esta edad es donde más se suele recurrir a ayuda psicológica y los cambios suelen ser más profundos y conscientes.

Es importante que tengamos en cuenta que las crisis son temporales, van a pasar y van a llegar a su fin y si queremos sacarle beneficios positivos lo recomendable es estar en movimiento mientras suceden y no paralizarnos. Tomar conciencia de que el dolor que estamos sintiendo es necesario para cambiar, para fortalecernos y desarrollar aún más nuestra capacidad de resolución y adaptación a las dificultades que nos pone la vida. En terapia es necesario redefinir la vida, mirarse a sí mismo y aprender más del auto concepto. También es esencial replantear los objetivos personales y profesionales.